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Construida en la década de 1880, la Magdalen Laundry había sufrido años de abandono tras su clausura en los años setenta, con el edificio cerrado al público durante décadas.

Las obras de la primera fase de Magdalen Laundry contaron con el generoso apoyo del Gobierno de Victoria, a través del Programa de Patrimonio Vivo de Heritage Victoria, y de John T Reid Charitable Trusts.

Tras nueve meses de meticulosos trabajos de conservación y restauración, la North Magdalen Laundry abrió oficialmente sus puertas a la comunidad en junio de 2019. Dirigida por Williams Boag Architects, con obras de construcción a cargo de FDC Construction & Fitout, y supervisada por Heritage Victoria, esta fase inicial de las obras transformó la North Laundry de un espacio abandonado a un nuevo lugar listo para la activación creativa y la interpretación del patrimonio en curso.

El Convento seguirá abogando por más financiación y recursos para completar el proyecto, en particular para restaurar completamente las dos espectaculares salas del extremo sur de la Lavandería. Aunque estos espacios ya se han estabilizado, aún queda mucho trabajo por hacer para que estén disponibles para una amplia gama de eventos organizados por y para la comunidad, y para permitir una rica interpretación de este tesoro nacional para nuestra comunidad ahora y en el futuro.
para las generaciones venideras.

Al reabrir espacios como la Lavandería para uso comunitario, pretendemos compartir la historia arquitectónica y social de este recinto de importancia nacional, al tiempo que creamos nuevas oportunidades para la creatividad y la colaboración. Con la incorporación de este espacio único, el Convento de Abbotsford sigue creciendo como centro de diversidad creativa e intercambio cultural.

Antecedentes, historia y patrimonio

El Convento de Lavandería Magdalen destaca por su importancia arquitectónica e histórica.

Construida en la década de 1880 por las propietarias originales del convento, las Hermanas del Buen Pastor, la lavandería estaba atendida por mujeres que vivían en el Asilo de la Magdalena. La lavandería fue una fuente de ingresos para las hermanas y funcionó comercialmente hasta 1975. Estos espacios cavernosos, sin duda los más llamativos del recinto del convento, han estado en ruinas y completamente vedados al público durante casi 45 años.

La conservación, restauración y acondicionamiento de la Lavandería de la Magdalena es uno de los mayores y más significativos proyectos emprendidos en el Convento hasta la fecha. Se trata de una importante empresa del ACF para dar vida a estos extraordinarios espacios para uso artístico y cultural de la comunidad.

Aunque el inicio de este proyecto marca un hito importante para el Convento, la Fundación del Convento de Abbotsford reconoce la triste historia social de estos edificios y el impacto que tuvieron en las vidas de las mujeres que trabajaron aquí, a menudo en condiciones duras y opresivas.

La Lista del Patrimonio Nacional del Convento afirma que la lavandería y los edificios del asilo son un importante registro físico de los australianos y sus familias conocidos como los australianos olvidados. También se reconoce que el daño causado por la institucionalización y el trauma sufrido por muchos residentes forman parte del patrimonio del convento.

Al igual que con cualquier desarrollo en el recinto del Convento, es nuestra intención respetar esta historia y patrimonio, mientras se trabaja para desarrollar este espacio en el futuro como uno que crea historias positivas y el impacto para la comunidad a través de las artes y la cultura. El ACF está trabajando actualmente en un proyecto de interpretación del patrimonio que reconocerá la historia de las mujeres y niñas que residieron en el edificio contiguo del Sagrado Corazón y que trabajaron en la Lavandería.

Puede obtener más información sobre el pasado del convento uniéndose a una de nuestras visitas guiadas de historia social o realizando un paseo autoguiado (disponible a través del navegador web y la aplicación para visitantes), que incluye una grabación de la historia oral de Trish, una antigua residente que también trabajó en la Lavandería Magdalen.